Una mala salud mental puede terminar en masacre

Salvador Martinez publicó en sus redes sociales que se dirigía a la escuela a cometer el crimen

El último martes, al menos 21 personas murieron (19 de ellos niños y dos maestras) cuando un adolescente de 18 años irrumpió en la primaria Robb con una pistola de mano y un rifle AR-15, se atrincheró en un salón de clases y comenzó a disparar.

Salvador Ramos, el autor de la masacre, vivía con sus abuelos maternos, Rolando Reyes y Celia González. Su vivienda era de un piso y se encontraba a pocos metros de la escuela.

Adriana Martinez, la madre, no vivía con ellos, según los vecinos de la familia, ella andaba en malos pasos y el papá nunca estuvo presente en la crianza de su hijo. Por lo que Salvador quedo a cargo de sus abuelos.

La zona en la que vivían estaba poblada por inmigrantes mexicanos, el español era muy bien hablo en el lugar. Según Roland Gutierrez, senador local, Ramos nació en Dakota del Norte.

A las afueras de una iglesia local, la madre de Ramos brindaba una entrevista a una cadena televisiva. “Él tenía sus razones para hacer lo que hizo“, así la progenitora pedía que perdonen a su hijo por la matanza cometida.

Es lamentable y al mismo tiempo común escuchar este tipo de casos en el país norteamericano. Sin lugar a duda debió existir una razón para cometer ese crimen. Pero no se puede negar que pudo haber más razones para haberlo evitado.

La salud mental es importante en todas las etapas de la vida, desde la niñez y la adolescencia hasta la adultez y la vejez. Esta afecta a nuestro bienestar emocional, psicológico y social, la forma en que pensamos, sentimos y actuamos cuando enfrentamos la vida. Sobre todo influye en la manera que nos relacionamos y las decisiones que tomamos.

Salvador Ramos, paso de ser un completo desconocido a un nombre más en la lista creciente de victimarios que sumerge al mundo entero en el duelo y la indignación.

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